LO QUE DEBEMOS SABER DE LA FIEBRE AMARILLA Y COMO PREVENIRLA
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LO QUE DEBEMOS SABER DE LA FIEBRE AMARILLA Y COMO PREVENIRLA

LO QUE DEBEMOS SABER DE LA FIEBRE AMARILLA Y COMO PREVENIRLA

Panorama general

La fiebre amarilla es una enfermedad epidemiógena transmitida por mosquitos y prevenible mediante vacunación que se transmite a los seres humanos mediante las picaduras de mosquitos infectados. La fiebre amarilla la provoca un arbovirus (virus transmitido por artrópodos, como mosquitos, garrapatas y otros vectores) que es transmitido a los humanos por la picadura de mosquitos Aedes y Haemagogus infectados.

Estos mosquitos que pican durante el día se reproducen cerca de casas (domésticos), en bosques o selvas (selváticos) o en ambos hábitats (semidomésticos). La fiebre amarilla es una enfermedad que supone una gran amenaza, acarrea múltiples repercusiones y tiene el riesgo de propagarse por todo el mundo, por lo que representa una amenaza potencial para la seguridad sanitaria mundial.

Síntomas

El periodo de incubación de la fiebre amarilla es de tres a seis días. Muchas personas no experimentan síntomas. Algunos síntomas comunes son: fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas o vómitos. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en tres o cuatro días.

Un pequeño porcentaje de pacientes entran a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase, más tóxica. Vuelve la fiebre elevada y se ven afectados varios órganos, generalmente el hígado y los riñones. En esta fase son frecuentes la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos, hecho que ha dado nombre a la enfermedad), el color oscuro de la orina y el dolor abdominal con vómitos. Puede haber sangrado por la boca, nariz, ojos o estómago. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de siete a diez días.

Tratamiento

No hay un medicamento antiviral específico para la fiebre amarilla. Los pacientes deberían guardar reposo, mantenerse hidratados y buscar asesoramiento médico. Dependiendo de las manifestaciones clínicas y otras circunstancias, los pacientes pueden ser enviados a casa, ser derivados para su manejo en el hospital o requerir tratamiento de emergencia y derivación urgente. El tratamiento para la deshidratación, la insuficiencia hepática y renal y la fiebre mejora los resultados. Las infecciones bacterianas asociadas pueden tratarse con antibióticos.

Diagnóstico

El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En los casos más graves puede confundirse con el paludismo, la leptospirosis, hepatitis víricas, otras fiebres hemorrágicas, otras infecciones por flavivirus (como el dengue) e intoxicaciones.

Mediante pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en sangre puede detectarse a veces el virus en las primeras etapas de la enfermedad. En fases más avanzadas hay que recurrir a la detección de anticuerpos mediante pruebas de ELISA o de neutralización por reducción de placa.

Prevención

1. Vacunación

La principal medida para prevenir la fiebre amarilla es la vacunación. La vacuna contra la fiebre amarilla es segura y asequible, y una sola dosis es suficiente para conferir protección de por vida. No son necesarias dosis de recuerdo.

La vacuna proporciona una inmunidad efectiva al cabo de diez días en el 80‑100% de las personas vacunadas, y al cabo de 30 días en más del 99%.

Los efectos secundarios de la vacuna contra la fiebre amarilla son raros. Las personas habitualmente excluidas de la vacunación son:

  • niños menores de 9 meses;
  • mujeres embarazadas (excepto durante un brote de fiebre amarilla cuando el riesgo de infección es alto);
  • personas con alergias graves a las proteínas del huevo, y
  • pacientes con trastornos del timo o gravemente inmunodeprimidos por VIH/sida sintomático u otras causas.

De conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), los países tienen derecho a exigir a los viajeros que presenten un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. En caso de que haya motivos médicos para no administrar la vacuna, dichos motivos deben ser certificados por la autoridad competente.

2. Control de vectores

El riesgo de transmisión de la fiebre amarilla en zonas urbanas puede reducirse eliminando los posibles lugares de cría de mosquitos, por ejemplo aplicando larvicidas a contenedores de agua y a otros lugares donde haya aguas estancadas.

Se recomiendan medidas preventivas para evitar las picaduras de mosquitos, como aplicarse repelentes y ponerse ropa que minimice la exposición de la piel. El uso de mosquiteros tratados con insecticidas está limitado por el hecho de que los mosquitos Aedes pican durante el día.

La vigilancia y el control de los vectores son componentes de la prevención y el control de las enfermedades de transmisión vectorial, especialmente para detener la transmisión en situaciones epidémicas. En el caso de la fiebre amarilla, la vigilancia de Aedes aegypti y otras especies de Aedes ayudará a saber dónde hay riesgo de brotes urbanos.

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